El tercer día, por la mañana, con un gran dolor de pies y con un poco
de sueño, fuimos a visitar el palacio de Versalles. A mí, entre el sueño, y lo
lleno que estaba no me entere de nada, y tenia unas ganas tremendas de irme de allí,
pero menos mal que nos dejaron un rato para almorzar y descansar, para así recargar
las pilas y poder ver los jardines. Los jardines son inmensos, súper cuidado,
una pasada y sobre todo bonitos. Nos dimos una vuelta por ahí en un tren e
hicimos una para en una especie de pueblo pequeñito que hay dentro, era precioso,
una de las cosas que más me gustaron. Después de terminar de dar la vuelta en
el trencito nos fuimos a comer.
Ya al medio día nos fuimos a ver la torre Eiffel. Fue en el único
sitio que tuvimos que hacer cola, pero la espera mereció la pena. Desde
arriba pudimos observar todo París,si tuviera que definir con una palabra seria impresionante. Una vez, ya
con los pies en la tierra, nos fuimos a cenar, pero antes nos hicimos unas fotos
con el arco del triunfo de fondo. Después de cenar, una cena que me estuvo de muerte, dimos una vuelta por los Campos
Eliseos, ya que el restaurante estaba allí y nos fuimos a coger el metro y de vuelta
al hotel después de un día increíble.
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